En el 1950, un año antes que yo naciera, el Congreso de los Estados Unidos le otorgó a Puerto Rico el derecho a organizarce en una convención, para decidir cual sería su preferencia de gobierno. Ahí comenzó a gestarce el pensamiento del llamado Estado-Libre-Asociado, ó el ELA. Con todos sus pro y sus contras, la realidad es que Puerto Rico no es un estado, no es libre y lo de asociado no se entiende muy bien.
Esta relación ha expresado la crisis de identidad que la humanidad siempre ha tenido con el Dios que la creó. Los mismos cristianos, no saben quienes son, lo que tienen, ni lo que pueden hacer.
Puerto Rico, ocupó un lugar bien importante en la política, por su posición geográfica en el Caribe y con su pasaporte americano para viajar a toda América Latina y llevar un mensaje de bienestar apoyado por Estados Unidos.
También llevó el pentecostalismo y las ideas religiosas que recibimos de América con mucha facilidad. Como la religión y la política son dos géneros que se complementan y se tratan entre si, los problemas de uno afectan al otro y viceversa. Por lo tanto a mayor crisis de identidad de uno, mayor crisis de identidad en el otro.
Recordemos que ser religioso no significa ser espiritual. El espiritual es aquel que si sabe quien es en Dios, que tiene en Dios y que puede en Dios.
Su fé no está puesta en los hombres, en sus religiones, ni en sus políticas, sino en Dios y sus principios. Indiscutiblemente que esos hombres y mujeres espirituales tienen que operar dentro de un mundo enfermizo de religiosos y politicas tal y como lo hizo Jesucristo.
Lo maravilloso del Señor fué que siempre supo quien era, que tenía y que podía hacer, aunque lo persiguieran los religiosos y políticos. El no tubo crisis de identidad y por lo tanto nunca opero con miedos ni manipulaciones que son la base de dos sistemas religiosos y los sistemas políticos.
Los partidos políticos se presentan como la salvación del pueblo frente a los atropeyos de los que están en el poder. El pueblo les cree, los apoya y los levanta. Luego de brindarles algunos beneficios y mantener el poder por un tiempo, la crisis de identidad los lleva a olvidarse de la verdadera función de servicio al pueblo, para comenzar a servirce del pueblo. Comienzan a coquetear con los grandes interéses personales de unos pocos para perjudicar a los muchos. Así se repite el círculo vicioso de la politiqueria enfermiza y el pueblo necesita buscar a otro que le de algún sentido de identidad.
En el mundo religioso el problema es mas grave porque la crisis de identidad es mayor. Las interpretaciones absurdas de la misma biblia que todos compartimos hacen lucir a los políticos unos niños de cuna. (ver articulo completo en Mensaje Especial)